Termina el año 2003, un año marcado por la guerra de Iraq. La gente comienza a olvidar las mentiras que sustentaron esta guerra: aquellas armas de destrucción masiva que nos amenazaban. La imagen más clara de este conflico se dió el día que los museos de Bagdad fueron asaltados sin que nadie moviera un dedo mientras las refinerías y el Ministerio del petroleo eran fuertemente porotegidos por las tropas americanas. La otra razón de la invasión, el terrorismo, no solo no ha desaparecido sino que se ha enconado. La cantidad de odio a nivel planetario ha aumentado y uno se pregunta cuanto odio puede soportar esta vieja roca azúl perdida en el espacio antes de estallar en pedazos. El tema de Iraq seguirá coleando en el 2004 y los muertos seguirán su macabro goteo.
Para rematar la faena justo al lado, en Irán, la mayor catástrofe natural de la decada. Un terremoto que ha causado ya, según algunas fuentes, hasta 50.000 muertos. Irán e Iraq, justo en el corazón de donde la tradición situa el paraíso terrenal, perdido en el inicio de los tiempos y cada vez más lejos de recuperarse.
Aquí en España seguimos con el chapapote, con el euro machacando nuestro bolsillo, más mujeres maltratadas que el año anterior, más muertes en la carretera y más muertes violentas en general y la vivienda que sigue por las nubes y sin trazas de bajar. Nada nuevo bajo el Sol. Bueno si, nuestra nueva futura reina Letizia. Yo sigo esperando la república y lo que te rondaré morena.
